Si
existe un asunto realmente complejo y sujeto a discusión es la valoración
empresarial. ¿Cuánto vale una empresa en un momento dado? La respuesta que
zanjaría el debate de forma inmediata sería: “lo que alguien esté dispuesto a
pagar por ella”. Si alguien está dispuesto a pagar un millón de euros por un
“powerpoint”, es que considera que lo vale, y tiene recursos para pagarlos. O
si Yahoo es capaz de pagar 1.000 millones de dólares por Tumblr será porque
considera que los vale dentro de su organización. Si considera que los “vale”
quiere decir que sabe cómo sacarle un mayor partido a esa empresa y, por tanto,
rentabilizar su inversión. En caso contrario...sería muy discutible su
adquisición.
Sin
embargo, aunque el establecimiento de estos supuestos supone un reto, el mayor
desafío consiste en la valoración de startup. Los métodos “tradicionales”
rompen en el momento en el que se encuentran en ciertas circunstancias:
..
es una idea de negocio, nueva, por
lo que no existe información de referencia acerca de actividades análogas.
..
no hay información financiera porque
no se ha producido, de hecho puede que la empresa ni siquiera haya sido
constituida.
..
no hay testeo de mercado sobre el
producto o servicio.
..
el proyecto depende del equipo (a
veces sólo una persona) que esté al frente.
..
no existen precios definidos, ni
modelo de negocio estructurado
Pero
puede haber una gran idea detrás, un equipo que la puede convertir en una
empresa de éxito y podemos estar ante la semilla de algo con buena aceptación
en el mercado y que sea realmente escalable, (es decir, que mejoren sus ventas
sin que por ello aumenten proporcionalmente los costes). La tecnología, la
idea, las perspectivas, la necesidad que resuelve, el mercado potencial, la
competencia, la capacidad de reaccionar de otras empresas en el mismo campo... son
tantos los parámetros que se desconocen que la pregunta es, ¿y cómo se valora
esa idea? ¿Cómo tomo una decisión de inversión?
Desde
CIES estamos trabajando en trasladar diversas metodologías que existen en el
campo de las finanzas corporativas, sobre todo a escala académica, para aplicarlas
en casos reales. Saber cuánto vale una
startup en sus inicios es prácticamente imposible, pero sí es factible
obtener una aproximación a dicho valor, asumiendo ciertos estadios o procesos
que se puedan cumplir. Con el
objetivo de superar los diferentes obstáculos en este ámbito, en CIES estamos trabajando para aplicar la
metodología de Opciones Reales al campo específico de la valoración de startup.
Este
método permite estructurar la valoración de la empresa desde el momento cero (incluso
anterior a su constitución) hasta la salida a bolsa (o un objetivo que se fije
para la valoración) en distintas fases. Cada fase tiene unos grandes hitos y
esos hitos tienen ciertas probabilidades de que se cumplan, o no. Así, lograr que un powerpoint se convierta en
una empresa que cotice en el Nasdaq es francamente muy improbable, pero ese
camino puede ser “troceado” en subobjetivos a los que se asignan probabilidades
(de acuerdo con lo observado en otras empresas, con las perspectivas del
mercado objetivo, con el equipo encargado de desarrollar el proyecto, etc.), y con ello se va calibrando y mejorando la
valoración.
En
todo caso, al igual que en la valoración de cualquier empresa, estimar el valor de una startup requiere el
establecimiento de hipótesis de partida razonables y fundamentadas. Esta
fundamentación resulta especialmente importante en el caso de aquellas compañías
especialmente innovadoras y con un elevado potencial de crecimiento, y más aún
si las buenas expectativas en su ámbito de actividad pueden estar conduciendo a
la formación de una burbuja.
Esta
cuestión es tratada de forma concisa por Pablo
Fernández en “Valuation of
Internet-related companies”, paper en el que analiza la valoración de diferentes compañías
advirtiendo de los peligros del exceso de optimismo a la hora de estimar su
evolución futura, y del que hemos extraído tres “principios” que nunca
deben olvidarse a la hora de valorar una startup enfocada a Internet:
·
“Internet no es el Rey Midas”.
·
“Una página web no es necesariamente un
negocio”.
·
“Vender por debajo de los costes te proporciona
muchos clientes, pero no mucho dinero”.
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