Piensa en un mercado menguante y muy competitivo. Donde una de sus principales empresas pasa por momentos muy complicados: tiene dificultades para servir productos y sus comerciales se están yendo a la competencia, especialmente los mejores, a la par que pierden contratos importantes. Tras observar la situación hablamos con el principal banco de esta empresa en apuros. El director se pone en contacto con un analista de riesgo a 1.000 km de distancia. No observa ningún problema en su pantalla. Su respuesta es “nada que temer, todo en orden”. Tras la reacción de incredulidad, le comentamos los “detalles” de lo que está pasando y que podrían poner en apuros a su cliente. Pero nada, si no está en el ordenador y no se traduce en algo inmediato, ¿para qué preocuparse? Solo una semana después, la empresa entra en concurso de acreedores, a liquidación, y ese banco tan magnífico -y tan potente en los stress test- se tiene que “desayunar” el 60% del total de la deuda de esa empresa.
¿Cómo ha podido ocurrir? La respuesta es sencilla, no toda la información relevante se puede medir; y hay ciertas cosas para las que necesitas “estar en las trincheras”, viendo y analizando lo que pasa y tomar decisiones con información no siempre precisa. Operaciones que parecen “una ganga” y sin riesgo pueden tener un serio problema oculto y operaciones que, sobre el papel, son un desastre, tras analizar otro tipo de indicadores y conocer de primera mano información “local/cercana” pueden ser una gran oportunidad de negocio para la entidad financiera, y a la vez generar crecimiento empresarial, innovación y riqueza.
El título de este artículo responde a otro publicado en el prestigioso portal VoxEU, en el cual los autores analizan una cuestión realmente importante, ¿afecta la estructura del sistema financiero de un país a su estructura productiva y de innovación? La respuesta es afirmativa, por razones como las que explicábamos con el ejemplo -real- anterior.
La realidad es que, si existen problemas serios para evaluar la calidad de la información en empresas consolidadas, aún mayores son esos problemas para empresas de reciente creación, o de base tecnológica o donde existe un altísimo grado de innovación y, por tanto, riesgo. Y es sobre esta cuestión sobre la que queremos aportar algunas reflexiones.
Una de las mayores dificultades a las que se enfrenta un emprendedor es lograr financiación bancaria para su proyecto. Después de pasar una etapa donde amigos y familiares te apoyan, aportas tus (más o menos) ahorros y empiezas a mover el proyecto entre potenciales “socios financieros” (business angels, capital semilla o convocatorias públicas de ayudas/préstamos), la realidad es que lo habitual en todo proceso de crecimiento y consolidación de una nueva idea empresarial es la necesidad de financiación bancaria. Y es ahí donde la tasa de rechazos, las condiciones y las dificultades empiezan a florecer.
Para comprender este fenómeno pensemos por el lado de la entidad financiera, y dejemos hoy de lado a los emprendedores y sus proyectos. ¿Cómo puede evaluar una entidad financiera las buenas e innovadoras ideas? ¿Cómo valora el riesgo? Lo habitual podría ser: analicemos sus cuentas. Pero, ¿y qué ocurre si no las tiene porque es una idea que emerge y no hay nada comparable? ¿Cómo valoras el potencial sin un histórico? Los programas informáticos y de análisis de riesgos están muy acostumbrados a que los nutramos de datos históricos sobre los que hace simulaciones y “stress tests” (cambios de escenarios para analizar cómo se puede o no devolver esa deuda). ¿Qué ocurre si no hay histórico? ¿Se rechaza sin más la idea? Si se hiciera esto por defecto, los bancos perderían grandes oportunidades de negocio, y cualquier país se quedaría sin actividad empresarial innovadora. Por lo tanto, algún criterio hay que seguir.
En España lo habitual son “las garantías”, y hasta el momento, casi todas hipotecarias. Ese emprendedor/a pondrá su casa, la de sus padres, los ahorros de sus hijos y todo lo que posea como garantía de la deuda. Pero, ¿y si las garantías hipotecarias no son suficientes? Aquí es cuando llegamos al problema de fondo, que reside en el tratamiento de la información “blanda” (soft information) o no-medible: las empresas innovadoras se apoyan en una información de nueva generación, blanda, y que no es fácil de contrastar, para explicar la rentabilidad de sus modelos de negocio; y las entidades financieras tienen dificultades para valorar esa información (cualitativa y cuantitativa) y traducirla en la concesión o no de un crédito.
Es aquí donde hay un importante hueco diferencial para los inversores privados (en España los hay y muy buenos: Cabiedes & Partners, DAD, Vitamina K,Grupo Intercom oYsios Capital Partners). Son modelos de financiación que se focalizan en comprender muy bien el modelo de negocio, la solución que se propone, que tienen una gran experiencia en evaluar si la idea es humo o tiene fuego, saben sus debilidades y cómo sortearlas; ofrecen un asesoramiento y acompañamiento en estas fases iniciales, solucionando el problema de la información “blanda”, asumiendo cierto control sobre esos negocios.
A pesar de ser proyectos de alto riesgo, estas empresas privadas (cada vez más especializadas por temáticas: eCommerce, nanotecnología, biotecnología, software, energías renovables…) tienen una capacidad analítica y experiencia que les permite invertir en vez de jugar a la lotería, que es lo que parece que hacen las entidades bancarias cuando se involucran en financiar proyectos de este tipo. ¿Por qué? Porque no tienen personal especializado, porque tienen centralizado su análisis de riesgo a cientos de kilómetros y, por tanto, no tienen proximidad con el cliente ni el proyecto y porquecada vez tienen menos capacidad para recabar otra información cualitativa relevante.
A este respecto, resultan de gran interés las ideas que esbozan los autores del artículo de VoxEU:
:: La competición entre bancos no ayuda a reducir las asimetrías de información en proyectos con alto contenido de innovación. Los proyectos con alto componente de innovación requieren de un acercamiento y un vínculo muy estrecho entre inversor y empresa.Cuando hay mucha competencia entre bancos esta relación estable y de largo plazo entre deudor y acreedor se debilita, ya que el banco requerirá resultados empujado por la competencia del sector.
:: El tamaño de los bancos es otro factor determinante. Grandes bancos con sedes centralizadas no son buenos tratando información cualitativa o no-medible, que como indicábamos, ésa es, precisamente la esencia de la innovación a financiar.
En este sentido, se observa que cuando el número de bancos se reduce, y estos se vuelven más grandes por la mayor competencia (en el estudio se muestran evidencias sobre este punto) la estructura de innovación del país (medida a través de las patentes) cambia. La financiación no sólo se reduce, sino que se conduce hacia proyectos con menor riesgo. De hecho, la existencia de grandes grupos bancarios beneficia en la financiación a empresas ya establecidas, mientras que dificulta la financiación de nuevas empresas.
He aquí la clave: no todo es la cantidad, sino la calidad de esa financiación. En la innovación, el cómo se financia, importa, y mucho.
Esta última idea conecta con el caso español. La estructura bancaria de España, tras un proceso de reformas ya iniciado y que se prevé se acelerará, camina hacia un modelo con menos bancos, más grandes y más centralizados.
Tenemos un ejemplo con las Cajas de Ahorro, tan denostadas por sus grandes debilidades: excesivo apalancamiento, inversión en activos inmobiliarios de una forma descontrolada o su estructura de capital (o más bien, sin capital). Y sobre todo, su gestión politizada. Pero nos estamos olvidando de una de las fortalezas que sí tenían las Cajas de Ahorro, y que por ejemplo, siguen manteniendo las Cooperativas de Crédito: el conocimiento de su mercado local.
Una de las fortalezas de las Cajas y las Cooperativas es su arraigo por lo local, su penetración en el mercado doméstico y su conocimiento de las capacidades de su entorno cercano. Y esto funciona tanto para su pasivo como para su activo. La red de financiación minorista vía depósitos era una financiación estable y, de hecho, si de esta crisis hemos aprendido algo es que existen los pánicos mayoristas, tan peligrosos como los minoristas (en vez de huida de depósitos o bank runs, hemos vivido huida de inversores institucionales).
Así, por el lado del activo, las entidades financieras con fuerte presencia local se diferenciaban por una capacidad desarrollada en la valoración de la información cualitativa. Los directores de las sucursales de las Cooperativas de Crédito son únicos (y mejores) valorando el riesgo de invertir en una explotación ganadera de nueva creación en su localidad. Y lo mismo ocurre con la financiación de la innovación.
Cuando maldecimos nuestro sistema financiero, creamos un banco malo y fusionamos todas las Cajas que teníamos, ¿sabemos lo que hacemos? Esas sinergias de las que alguno habla para justificar las fusiones se refieren siempre a costes (centralizar departamentos de riesgos o reducir duplicidades de red de sucursales), pero tenemos que pensar en que nos podemos olvidar de ciertos activos que teníamos y podemos perder: la fuerte penetración de nuestras entidades financieras en sus mercados locales.
Tal y como explican los autores del artículo de VoxEU, muchos economistas franceses se preguntan por qué Alemania es más innovadora que Francia. Y la respuesta que dan en el estudio es precisamente por el arraigo de una estructura financiera compuesta por fuertes bancos regionales que caracteriza a Alemania.
Es indudable que nuestro sistema financiero, que está en la UVI, tiene que tratarse de muchas enfermedades. Pero una de esas enfermedades es que tenemos un sistema muy acostumbrado a financiar hormigón (6 de cada 10 euros de deuda financiera lo fue para actividades de construcción), con unos patrones de asignación de riesgos a base de “garantías hipotecarias” para asegurarse de cualquier error o problema de impago. Pero si en España ha de emerger un nuevo y nutrido ecosistema de empresas con alto contenido de innovación, que inviertan y arriesguen en nuevo conocimiento y el desarrollo de intangibles, todo ello muy difícil de medir, no podemos tejer un sistema financiero que no está preparado para apoyar precisamente ese ecosistema. Sepamos que estamos sacrificando cosas por el camino en esta reestructuración.
No obstante, no damos todo por perdido, ya que la oleada de fusiones y centralización de bancos puede estar llegando a su fin. De hecho, desde Bruselas se transmite un importante apoyo a la banca minorista, lo cual esperemos que pueda traducirse en un apoyo a la estructura regional de muchos de nuestros bancos.
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