Emprender es enfrentarse todos los días, TODOS, a preguntas complejas. Lo que pensabas que valía hasta ayer, ahora ya no vale, y hay que cambiar, anticiparse, tirar a la basura, reconstruir y volverse hacer preguntas clave. Y eso sólo se consigue con una proactividad y un espíritu de sacrificio y de trabajo que, a veces, ralla lo sano. Además, el emprendedor es una persona que por cada sitio por el que va, como los famosos, tiene que responder a preguntas y transmitir confianza. Siempre hay alguien que espera que le digas algo. Y la cuestión es que no te pongan entre las cuerdas. Porque ninguna pregunta es estúpida, las respuestas lo son. Así que conocer los puntos débiles antes de salir al mercado es el MEJOR de los favores que nos pueden hacer y por eso nos prestamos en todo momento a testear lo que tenemos entre manos. Y es que el test real, el del mercado, va por lo “segao” como dirían en Asturias.
El training es clave, la comunicación del producto y la visión del proyecto se mejoran hablando y explicando. Que te pongan colorado, reponerse y volver a intentarlo. Para eso hay que guardarse el ego en el bolsillo, ser humildes (sabemos mucho de una cosa y poco de otra), escuchar, aprender, sugerir, preguntar, interactuar...son habilidades personales y profesionales ya imprescindibles para crear una empresa que aspira a tener una posición en el mercado.
Pasar de un experimento a una startup que factura y aspira a ser una empresa respetable y con peso en el mercado supone enfrentarse a negociaciones duras, con preguntas más duras todavía, con gente a la que no le transmitiremos confianza y nos la tendremos que ganar. Otros nos verán como una competencia y te tratarán pulir a la primera de cambio. Solo hay una salida para esto, entrenarmos desde el minuto uno. Hay que trabajar desde el mismo día que concebimos convertirnos en empresarios para ser fuertes pero a la vez flexibles; hay que ser convincentes, pero a la vez abiertos y humildes. Hay que liderar e ignorar muchas cosas, pero también hay que saber equivocarse a tiempo.
En definitiva, es francamente difíci ponerse al frente de una compañía, y cada día que pasa más, porque vivimos en un mundo tremendamente complejo, competitivo, donde la diferencia no es instantánea. No nos han preparado para tener una capacidad de resiliencia, de comunicación, de absorción de nueva información y, además, ser top en capacidades técnicas. Lejos de la imagen del emprendedor happy que se hace rico con programitas chorras, está la cruda realidad de trabajar mucho, muy duro y de combinar capacidades humanas, sociales y profesionales. No es fácil. Yo soy el último que quiero desincentivar a nadie a buscar nuevas soluciones a nuevos problemas. Pero no quiero contribuir a esa leyenda urbana de que emprender es cool y llena de alegrías. Emprender también tiene un lado oscuro y complejo. ¿Os acordáis de aquello de que “la fama cuesta”? Pues eso...cuesta y más aún que nos lo cuenten :)
"Si no habéis tenido que luchar por nada en la vida, calzaos los guantes y preparaos para el primer asalto" (No te pierdas el siguiente video)
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