He
dicho en alguna ocasión que el plan de viabilidad, tal y como lo conocemos, ha
muerto. En cambio, lo que está más vivo que nunca es la gestión de la
complejidad a la que se enfrenta toda empresa. Cómo calibrar la información,
analizarla, filtrarla y adoptar decisiones de alto impacto con ella. Esto que
estamos muy acostumbrados a hacerlo en el ámbito del marketing, o en
comunicación, es cada vez más importante en la estrategia y las finanzas. Las
finanzas tienen que pasar de convertirse en algo estático, que refleja una foto
en un momento determinado, a ser algo dinámico, que permita gestionar la
incertidumbre, valorar las opciones y diseñar escenarios para gestionar y
afrontar esa complejidad.
En
este sentido, la lógica financiera ha de estar al servicio de la estrategia,
aportándole mucho más que una contabilidad, mucho más que una visión de unas
proyecciones establecidas en un plan estratégico y mucho más que un análisis de
los estados de flujos o tesorería.
Toda empresa, pero especialmente las más innovadoras y jóvenes, se enfrentan a múltiples oportunidades, pero también a infinidad de riesgos. No tienen historia. Quieren construir un modelo de negocio en nichos donde las reglas del juego aún no están claras. Quieren hacer algo diferente. Y las apuestas suelen requerir de altos esfuerzos en recursos, en personas y, con todo ello, afrontar costes ciertos en escenarios de ingresos inciertos. Seguir un camino prefijado es realmente complejo. Equivocarse en tus predicciones algo tremendamente habitual. Y esto lo que transmite es una terrible sensación de inseguridad en el producto, en el modelo de negocio y, en definitiva, en la credibilidad como joven empresa. El riesgo aflora y las posibilidades de que apuesten por la empresa, aportando capital o financiación, pueden ser tremendamente escasas.
En
cambio, sería muy distinto si asumiéramos que la complejidad financiera y la
complejidad de lograr una verdadera diferencia en el mercado es algo muy
difícil de lograr a la primera de cambio. Sería muy distinto si lográramos
canalizar esfuerzos y discursos donde lo que se ofrece a un tercero es un mapa
de posibilidades, de opciones abiertas, de caminos posibles, de probabilidades
que hay que chequear y contrastar. Aprender haciendo, prepararse para adoptar
decisiones dinámicas a medida que vamos dando pasos, reduce el riesgo, permite
afrontar desafíos de forma más consistente y sólida y, sobre todo, evita
posiblemente quemar más dinero del necesario en nuestras pruebas y errores.
Busquemos nuevos mecanismos para trazar estrategias financieras en las startup,
que asuman de forma endógena estos principios de incertidumbre y complejidad, y
tendremos un mecanismo para comprender mejor “la caja negra” de cómo hacer
negocios en entornos complejos y de alta incertidumbre.
Las
finanzas en una startup tienen que ser como un mapa que te permita saber en cada
momento dónde estás y, a partir de ese punto, decidir a dónde quieres ir. Si te
equivocas, vuelves a localizarte, analizarte y vuelves a tomar decisiones de
forma rápida. No debe limitarse, como en un plan estratégico, a cuantificar los
objetivos como algo dado e inamovible, sino que deber permitir cuantificar, con
un nivel de detalle razonable, los posibles incumplimientos de nuestra ruta. Y
así, en caso de que las cosas no vayan como estaba previsto, es posible saber
dónde se está, anticipar los cambios, pivotar, simular qué necesitas para ello,
sobre todo en términos de necesidades financieras y operativas.
La
visión estrictamente estratégica debe vislumbrar qué hacer para encontrar el
encaje entre el modelo de negocio y los gustos, necesidades y condicionantes
del mercado, pero si no dispone del de una perspectiva financiera, a la
incertidumbre del entorno se sumará la incertidumbre sobre las implicaciones de
la propia estrategia: ¿necesitamos más recursos para reorientar nuestro modelo
de negocio? ¿Podemos asumir una reducción de márgenes para disminuir los
precios? ¿Qué impacto en el crecimiento de las ventas podría suponer una
potencial colaboración? ¿Qué recursos financieros requeriría un alto
crecimiento de las ventas? ¿Y si todo falla y las ventas caen?
El
producto no lo es todo, aunque sea nuestra fuente de ingresos. El marketing no
es suficiente, aunque ayude a vender nuestros productos. Los socios no llegan
solos, se les debe explicar con la máxima transparencia no solo por qué nuestra
empresa tiene potencial como inversión, sino también a qué retos nos
enfrentamos y el riesgo que asumen. La financiación hay que sudarla. Los
riesgos hay que medirlos y anticiparlos, tanto para disponer de información de calidad y adoptar decisiones, como para poder discutirlo con terceras partes. Y ése es
el reto y la propuesta de valor que desde CIES estamos trabajando cada día con
nuestros clientes.
Esta
propuesta de valor va directa al corazón de todo negocio: definir una visión
financiera de la estrategia que permita a nuestros clientes adoptar, con una
sólida fundamentación, decisiones de alto impacto. Impacto asociado a canalizar
recursos financieros, a abordar inversiones, a afrontar procesos de cambio en
el modelo de negocio, a incorporar nuevos socios o reforzar la estructura de
personal. Son muchos los elementos que componen la esencia de una startup o de
una empresa que se consolida. Entrar a conocerlos con la precisión de un
“bisturí” y estructurar cómo tiene que ser la hoja de ruta adecuada, de acuerdo
con la situación de partida y su posible evolución, de una forma profesional y
multidisciplinar, es la esencia de nuestra propuesta de valor.
No
resulta fácil contar con este tipo de visión a nivel interno: no solo implica
un compromiso de recursos adicional al exigir personal especializado y
experimentado, sino que un análisis interno puede estar condicionado por sesgos
("nuestra empresa es maravillosa", "no hay proyecto como el nuestro", "nuestra competencia es inferior"...o "es imposible que no vaya bien") y conflictos de intereses (no queremos dar la imagen de que las cosas
podrían ir mal).
Por ello, si
alguna vez te has enfrentado a alguna de las siguientes preguntas, y ya has
visto lo complejo que resulta encajar todas las piezas del puzzle de la
estrategia de modo que compongan una imagen clara y objetiva, creo que deberíamos conocernos, al menos tomarnos un café para poder compartir tus inquietudes y
explorar vías para colaborar:
1.-
¿Quieres comprar una participación en una joven compañía de base tecnológica,
pero resulta difícil realizar una valoración razonable y fundamentada que te
ayude a decidir?
2.-
¿Tienes una empresa y estás pensando en incorporar a nuevos socios, pero no
tienes claro cómo transmitirles su valor, o qué parte del capital sería
razonable cederles?
3.-
¿Tienes dudas sobre si podrás soportar tu modelo de negocio con tu actual
estructura financiera?
4.-
¿Cuál es la mejor estrategia financiera para financiar tu startup dado su
modelo de negocio? ¿Proporcionará margen para reorientarlo si es necesario?
5.-
¿Necesitas evaluar si el modelo de negocio de tu empresa permitirá atender sus
compromisos de pago si se desvía de las previsiones de tu plan estratégico?
6.-
¿Tienes dudas a la hora de enfocar una presentación profesional de tu compañía?
¿Echas de menos un asesoramiento de primer nivel en finanzas, definición del modelo
de negocio o estrategia comercial?
En #CIESFinanzas ponemos a tu disposición a un equipo de especialistas en finanzas corporativas, en modelos de negocio y valoración de empresas con un alto componente de intangibles e incertidumbre. Usamos la lógica financiera para conectar las capacidades técnicas, comerciales y de marketing de una compañía y simular todos los componentes de su modelo de negocio. Esto permite crear escenarios, medir riesgos, estudiar las necesidades financieras, articular estrategias y negociaciones con socios o, simplemente controlar y monitorizar todos y cada uno de los pasos que vamos adoptando como empresa. En definitiva, supone la diferencia entre sentirse perdido o tener un mapa que te permita reorientarte cuando lo necesites y que cualquiera te pueda encontrar, incluido tú mismo.
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